martes, 28 de abril de 2015

La encíclica de medio ambiente en junio

El secretario general de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, ha confirmado que el Papa le ha dicho que la encíclica sobre medio ambiente y ecología está terminada, se está traduciendo y en junio será publicada. El mandatario se ha reunido este martes durante media hora con el Pontífice en el Vaticano, donde le ha ha urgido a combatir el cambio climático para reducir las desigualdades en la sociedad.

Para el alto representante de la ONU, mitigar el cambio climático y adaptarse a sus efectos es "una cuestión moral" porque, según ha subrayado "es necesario para erradicar la extrema pobreza, reducir la desigualdad y garantizar un desarrollo económico equitativo y sostenible". En este sentido ha definido el compromiso para combatir los efectos del cambio climático como "una cuestión determinante" de la actualidad.

"El cambio climático está intrínsecamente vinculado a la salud pública, a la seguridad del agua y de los alimentos, a la los movimientos migratorios y a la paz y a la seguridad. Es una cuestión moral. Una cuestión de justicia social, derechos humanos y ética fundamental", ha añadido al respecto.

Precisamente, el alto representante del Vaticano ante la ONU ha asegurado que la lucha contra el cambio climático es un "imperativo moral", durante su discurso inaugural en la Conferencia organizada también en el Vaticano por Naciones Unidad y la Academia Pontifica de Ciencias y Religiones para la Paz de la Santa Sede que se titula.

Está previsto que el Papa también envíe un vídeo mensaje a los científicos, estudiosos y demás participantes de este Convenio sobre el imperativo moral que tienen los cristianos en la salvaguardia de la creación.

Fuente: www.iagua.es

lunes, 27 de abril de 2015

Ecuador invitado al Vaticano por su política ambiental

La visión de Ecuador sobre el manejo ambiental y los logros del país en protección de la naturaleza serán parte de las temáticas abordadas en la Conferencia de Alto Nivel “Proteger la Tierra y Dignificar al Ser Humano”, que se desarrollará en Ciudad del Vaticano, bajo la temática “Las dimensiones morales del cambio climático y el desarrollo sostenible”.

Al evento asistirán los más importantes líderes mundiales y especialistas en material ambiental y, en ese contexto, el Presidente de Ecuador. Ec. Rafael Correa, será el único Jefe de Estado invitado para disertar en este alto panel.

La Conferencia estará liderada por el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon; el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal, Pietro Parolin; el economista ambiental, Jeffrey Sachs y el Cardenal, Peter Turkson, Presidente del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz del Vaticano y asesor del Papa Francisco en temas de cambio climático.

El encuentro servirá para elevar el debate global sobre la necesidad de discutir acerca de las dimensiones morales del cambio climático y el desarrollo sostenible, previo a la publicación de la primera encíclica del Papa sobre ambiente y la Duodécima Primera Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, en París en diciembre de 2015.

El Presidente de la República, Rafael Correa, viajará al Vaticano, junto a la Ministra de Ambiente de Ecuador,Lorena Tapia Núñez, a fin de que el Mandatario tenga todos los insumos técnicos para su exposición en el Panel 3 de la Conferencia.

El Presidente Correa disertará sobre el tema “Justicia Climática y Desarrollo Sostenible en la Estructura del Estado Ecuatoriano”, mencionando los siguientes temas:
· Derechos a la Naturaleza en la Constitución del Ecuador. Hito histórico internacional.
· Plan Nacional del Buen Vivir. El ser humano como centro del desarrollo en armonía con la naturaleza.
· Estrategia de Erradicación de la Pobreza. Desarrollo y crecimiento económico y social en armonía con la naturaleza.
· Transformación de Matriz Productiva. Acceso justo a los recursos naturales y servicios ecosistémicos.
· Cambio de la Matriz Energética.
· Estrategia Nacional de Cambio Climático y Planes de Acción.

Ecuador fue invitado al Vaticano, justamente, por las importantes coincidencias que existen entre la visión Papal del desarrollo sostenible y la actual filosofía del Gobierno Nacional en esta misma materia.

La Encíclica reconoce que el objetivo central del desarrollo sostenible debe ser la erradicación de la pobreza y las desigualdades, lo cual coincide con la visión del Gobierno de Ecuador al 2030 expresada en la Constitución el Ecuador del 2008, el Plan Nacional del Buen Vivir, la Estrategia Nacional de Acumulación, Distribución y Redistribución de la Riqueza, que se relaciona con la Política Ambiental Ecuatoriana y las estrategias nacionales en materia de cambio climático.

Así mismo, el Ecuador dentro de su legislación nacional promueve cambiar el modelo tradicional de desarrollo y la “cultura del consumismo” hacia una sociedad con patrones de consumo y producción sostenibles, por lo que el Ministerio de Ambiente ha desarrollado indicadores en base a datos del Sistema de Contabilidad Ambiental Nacional y el cálculo de la Huella Ecológica, que permite medir como el crecimiento económico se va desligando del uso de los recursos naturales, de la degradación de tierra; lo cual tiene co-beneficios para el cambio climático y la erradicación de la pobreza.

En este sentido, la Ministra de Ambiente del Ecuador, Lorena Tapia, ha impulsado importantes hitos en:
· Conservación y uso sostenible de los bosques, de la biodiversidad y de los servicios Ecosistémicos.
· Programa Nacional de Restauración.
· Medidas para evitar el retroceso de los glaciares e incentivar la conservación de los páramos.
· Medidas para analizar y reducir la vulnerabilidad climática de centrales hidroeléctricas emblemáticas.
· Ejecución del Programa Nacional de Reducción de emisiones por Deforestación y Degradación Forestal (REDD+).
· Otras acciones de mitigación y adaptación al cambio climático.

Desde el 2008 se han conservado en Ecuador un 1`400 000 hectáreas (5% de la superficie del país), lo que equivale a unos 840 millones de árboles. Asimismo, se han reforestado en el país 65 millones de árboles en unas 125 mil hectáreas.

La inversión total del Gobierno Nacional y Ministerio Ambiente en conservación y restauración del 2008 al 2014 asciende a 73 millones de dólares, una cifra nunca antes considerada para este rubro en la historia del país.

El Ministerio de Ambiente conservará del 2015 al 2017, un total de 600 mil hectáreas adicionales, que significan 360 millones de árboles y reforestar otras 400 mil hectáreas que son 160 millones árboles.


Tomado de: www.iagua.com

La Iglesia Católica y la ecología

"…las generaciones venideras tienen pleno derecho a recibir un mundo potable, habitable, sano y no un planeta con aire contaminado y aguas sucias"

El compromiso cristiano con la defensa del medio ambiente tiene respaldo en las enseñanzas de la iglesia católica. El 29 de noviembre de 1979, el papa Juan Pablo II promulgó una bula: “Nombramos a San Francisco de Asís celestial patrono de los ecologistas, con todos los honores anejos y con los privilegios litúrgicos correspondientes, sin que obste nada en contrario. Así lo ordenamos, mandando que las presentes Letras sean observadas religiosamente y que tengan sus efectos tanto ahora como en el futuro.
”Con esta bula, la iglesia católica invitaba a sus fieles a imitar la vida del santo que optó por vivir en paz con sus hermanos y con la creación. Para San Francisco, la tierra es “hermana tierra” y el agua y el viento son “hermanos”. Todo lo contrario a la enemistad que instaló la racionalidad instrumental occidental para la cual la naturaleza es reductible a la categoría de “recursos”, es decir simples bienes económicos que pueden ser explotados para generar riqueza sin importar qué se destruye: atmósfera, suelos, ríos, mares o selvas.

El nombramiento de San Francisco como “patrono de los ecologistas”, se inscribe además en el esfuerzo que la iglesia católica está haciendo para comprender la crisis ecológica. Escribía Juan Pablo II: “Si la mirada recorre las regiones de nuestro planeta, enseguida nos damos cuenta de que la humanidad ha defraudado las expectativas divinas. Sobre todo en nuestro tiempo, el hombre ha devastado sin vacilación llanuras y valles boscosos, ha contaminado las aguas, ha deformado el hábitat de la tierra, ha hecho irrespirable el aire, ha alterado los sistemas hidrogeológicos y atmosféricos, ha desertizado espacios verdes, ha realizado formas de industrialización salvaje, humillando el jardín que es la tierra, nuestra morada… En nuestros días aumenta cada vez más la convicción de que la paz mundial está amenazada, además (…) por la falta del debido respeto a la naturaleza, la explotación desordenada de sus recursos y el deterioro progresivo de la calidad de la vida. Esta situación provoca inestabilidad e inseguridad que a la vez promueven formas de egoísmo colectivo, acaparamiento e irresponsabilidad.

”Estas enseñanzas orientan la acción profética de los cristianos para denunciar comportamientos y discursos que justifican los daños ecológicos y las violaciones de derechos como está ocurriendo con las madereras y la contaminación de las petroleras en la selva, o con las mineras en los andes en una lógica que permite que las riquezas sean apropiadas por unos pocos mientras que la pobreza y la contaminación se quedan.Juan Pablo II también enseñaba que “La contaminación o la destrucción del ambiente son frutos de una visión reductiva y antinatural, que configura a veces un verdadero y grave desprecio del hombre”.
Efectivamente, cómo no relevar esta aguda afirmación, en un contexto en que la política económica de los gobiernos centrales viene imponiendo actividades industriales como la minería o el petróleo por sobre los derechos de las poblaciones locales y cuando las comunidades nativas, indígenas y campesinas que buscan ser oídas y respetadas están siendo reprimidas y criminalizadas.
Lo que se evidencia en profundidad, es que en la raíz de los conflictos sociales alrededor de los conflictos ambientales, está el desprecio por la vida, las opiniones, la cultura y el derecho a consulta (previa, libre e informada) de las poblaciones; así como las enormes distancias que separan a los gobernantes y muchos medios de comunicación del sentir de las poblaciones.

El “Documento de Aparecida”, redactado en la reunión de Obispos, que contó con la animadora presencia del Papa, tuvo lugar en el Santuario Nacional de la Virgen de Aparecida en Brasil, en el mes de mayo de 2008. Este documento delinea un rasgo original de nuestra Iglesia. Sencillamente porque afianza la identidad cristiana en América Latina y el Caribe; manifiesta el rostro propio de la iglesia latinoamericana en la universalidad de la Iglesia Católica; traza caminos de misión y evangelización y decide una misión continental. También podríamos decir, que Aparecida impulsa una comunidad regional de naciones. No olvidemos que América Latina y el Caribe representa un aporte del 43% del catolicismo mundial.

Respecto al cuidado del Medio Ambiente, un primer punto resulta alentador, puesto que los pastores nos dicen que en América Latina y el Caribe cada vez más crece una conciencia ecológica. La naturaleza es una herencia gratuita que hemos recibido sin hacer nada previamente. Es un don, en el sentido estricto. Pero un don que reclama responsabilidad y cuidado. “Antes que sea demasiado tarde” prevenía con proféticas palabras el Papa .

Pero los pastores advierten que las generaciones venideras tienen pleno derecho a recibir un mundo potable, habitable, sano y no un planeta con aire contaminado y aguas sucias. (Cfr. nº 471). Las intervenciones sobre los recursos naturales no pueden significar un predominio de intereses económicos, en perjuicio de pueblos enteros y el futuro de un país. Felizmente, dicen los obispos, en algunas escuelas católicas se ha comenzado a introducir una disciplina que educa en la responsabilidad ecológica.

Pero quizá la expresión más contundente, sin residuos, del documento de Aparecida respecto a este tema sea esta: “La riqueza natural de América Latina y el Caribe experimentan hoy una explotación irracional que va dejando una estela de dilapidación, e incluso de muerte, por toda nuestra región”. (nº 473).

Claro, a esta realidad no se ha llegado de la nada. El modelo económico que privilegia el desmedido afán de riqueza por encima de la vida de las personas y los pueblos, es el motor de esta situación. La devastación de bosques por ejemplo, pone en peligro el hábitat de lo campesinos e indígenas que son expulsados del campo para vivir en los cinturones de miseria de las grandes ciudades. “No podemos dejar de mencionar los problemas que a causa de una industrialización salvaje y descontrolada de nuestras ciudades y del campo, que va contaminando el ambiente con toda clase de desechos orgánicos y químicos” (n º473).

¿Qué Hacer? 1) Empeñar esfuerzos en la promulgación de políticas públicas y participaciones ciudadanas que garanticen la protección, conservación y restauración de la naturaleza. 2) También otra idea clave: buscar un modelo de desarrollo alternativo, integral y solidario, basado en una ética que incluya la responsabilidad social de la empresa y la preocupación por una auténtica ecología natural y humana, fundada en los cimientos de la justicia, la solidaridad y el destino universal de los bienes. Esta propuesta, como se ve, es superadora de una lógica utilitarista e individualista de cortos alcances. 3) Idear medidas de monitoreo y control social sobre la aplicación en los países de los estándares ambientales internacionales (Cfr nº 474).

P. Jose Juan Garcia

Comunicado Jornada Mundial del Turismo 2013

El 27 de septiembre celebramos la Jornada Mundial del Turismo, bajo el tema que la Organización Mundial del Turismo nos propone para el presente año: “Turismo y agua: proteger nuestro futuro común”. Éste está en línea con el “Año Internacional de la Cooperación en la Esfera del Agua”, que, en el contexto del Decenio Internacional para la Acción “El agua, fuente de vida” (2005-2015), ha sido proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el objetivo de poner de relieve “que el agua es fundamental para el desarrollo sostenible, en particular para la integridad del medio ambiente y la erradicación de la pobreza y el hambre, es indispensable para la salud y el bienestar humanos y es crucial para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio”.

También la Santa Sede desea unirse a esta conmemoración, aportando su contribución desde el ámbito que le es propio, consciente de la importancia que el fenómeno del turismo tiene en el momento actual, y de los retos y posibilidades que ofrece a nuestra acción evangelizadora. Éste es uno de los sectores económicos con un mayor y rápido crecimiento a nivel mundial. No debemos olvidar que durante el pasado año se superó el hito de mil millones de turistas internacionales, a lo que hay que sumar las cifras aún mayores del turismo local.

Para el sector turístico, el agua es de crucial importancia, un activo y un recurso. Es un activo en cuanto que la gente se siente naturalmente atraída por ella y son millones los turistas que buscan disfrutar de este elemento de la naturaleza durante sus días de descanso, eligiendo como destino ciertos ecosistemas donde el agua es su rasgo más característico (humedales, playas, ríos, lagos, cataratas, islas, glaciales o nieve, por citar algunos), o buscan aprovecharse de sus numerosos beneficios (singularmente en balnearios y centros termales). Al mismo tiempo, el agua es también un recurso para el sector turístico y es indispensable, entre otros, en hoteles, restaurantes y actividades de ocio.

Teniendo una visión de futuro, el turismo supondrá un real beneficio en la medida en que gestione los recursos de acuerdo con los criterios de una “green economy”, una economía cuyo impacto ambiental se mantenga dentro de unos límites aceptables. Estamos llamados, pues, a promover un turismo ecológico, respetuoso y sostenible, el cual puede ciertamente favorecer la creación de puestos de trabajo, apoyar la economía local y reducir la pobreza.

No hay duda de que el turismo tiene un papel fundamental en la conservación del medio ambiente, pudiendo ser su gran aliado, pero también un feroz enemigo. Si, por ejemplo, buscando un beneficio económico fácil y rápido, se consiente que la industria turística contamine un lugar, éste dejará de ser un destino deseado por los turistas.

Sabemos que el agua, clave del desarrollo sostenible, es un elemento esencial para la vida. Sin agua no hay vida. “Sin embargo, año tras año va aumentando la presión sobre este recurso. Una de cada tres personas vive en un país con escasez de agua entre moderada y alta, y es posible que para 2030 la escasez afecte a casi la mitad de la población mundial, ya que la demanda podría superar en un 40% a la oferta”. Según datos de las Naciones Unidas, en torno a 1000 millones de personas no tienen acceso al agua potable. Y los desafíos relacionados con este tema aumentarán significativamente en los próximos años, singularmente porque está mal distribuida, contaminada, desperdiciada, o se priorizan algunos usos de modo incorrecto o injusto, a lo que se unirán las consecuencias del cambio climático. También el turismo compite muchas veces con otros sectores por su uso y no pocas veces se constata que el agua es abundante y se despilfarra en las estructuras turísticas, mientras que para las poblaciones circundantes escasea.

La gestión sostenible de este recurso natural es un desafío de orden social, económico y ambiental, pero sobre todo de naturaleza ética, a partir del principio del destino universal de los bienes de la tierra, el cual es un derecho natural, originario, al que se debe subordinar todo ordenamiento jurídico relativo a dichos bienes. La Doctrina Social de la Iglesia insiste en la validez y en la aplicación de este principio, con referencias explícitas al agua.

Ciertamente, nuestro compromiso a favor del respeto de la creación nace de reconocerla como un regalo de Dios para toda la familia humana y de escuchar la petición del Creador, que nos invita a custodiarla, sabiéndonos administradores, que no señores, del don que nos hace.

La atención al medio ambiente es un tema importante para el Papa Francisco, al cual ha hecho numerosas alusiones. Ya en la celebración eucarística de inicio de su ministerio petrino invitaba a ser “custodios de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos – decía – que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro”, recordando que “todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos”.

Profundizando en esta invitación, afirmaba el Santo Padre durante una audiencia: “Cultivar y custodiar la creación es una indicación de Dios dada no sólo al inicio de la historia, sino a cada uno de nosotros; es parte de su proyecto; quiere decir hacer crecer el mundo con responsabilidad, transformarlo para que sea un jardín, un lugar habitable para todos (…) Nosotros en cambio nos guiamos a menudo por la soberbia de dominar, de poseer, de manipular, de explotar; no la ‘custodiamos’, no la respetamos, no la consideramos como un don gratuito que hay que cuidar. Estamos perdiendo la actitud del estupor, de la contemplación, de la escucha de la creación”.

Si cultivamos esta actitud de escucha, podremos descubrir cómo el agua también nos habla de su Creador y nos recuerda su historia de amor para con la humanidad. Elocuente es al respecto la oración de bendición del agua que la liturgia romana emplea tanto en la Vigilia pascual como en el ritual del bautismo, en la cual se recuerda que el Señor se ha servido de este don como signo y memoria de su bondad: la Creación, el diluvio que pone fin al pecado, el paso del mar Rojo que libera de la esclavitud, el bautismo de Jesús en el Jordán, el lavatorio de pies que se transforma en precepto de amor, el agua que mana del costado del Crucificado, el mandato del Resucitado de hacer discípulos y bautizarlos… son hitos fundamentales de la historia de la Salvación, en los que el agua adquiere un elevado valor simbólico.

El agua nos habla de vida, de purificación, de regeneración y de transcendencia. En la liturgia, el agua manifiesta la vida de Dios que se nos comunica en Cristo. El mismo Jesús se presenta como aquél que sacia la sed, de cuyas entrañas manan ríos de agua viva, y en su diálogo con la samaritana afirma: “el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed”. La sed evoca los anhelos más profundos del corazón humano, sus fracasos y sus búsquedas de una auténtica felicidad más allá de sí mismo. Y Cristo es quien ofrece el agua que sacia la sed interior, es la fuente del renacer, es el baño que purifica. Él es la fuente de agua viva.

Por esto, es importante insistir en que todos los implicados en el fenómeno del turismo tienen una seria responsabilidad a la hora de gestionar el agua, de manera que este sector sea efectivamente fuente de riqueza a nivel social, ecológico, cultural y económico. Al tiempo que se debe trabajar por reparar el mal causado, también ha de favorecerse su uso racional y minimizar el impacto, promoviendo políticas adecuadas e implementando equipamientos eficientes, que ayuden a proteger nuestro futuro común. Nuestra actitud frente a la naturaleza y la mala gestión que podamos hacer de sus recursos no pueden gravar ni sobre los demás ni, menos aún, sobre las futuras generaciones.

Es necesaria, por tanto, una mayor determinación por parte de políticos y empresarios. Pues si bien todos son conocedores de los desafíos que el problema del agua nos plantea, somos conscientes que eso debe aún concretarse en compromisos vinculantes, precisos y evaluables.

Esta situación requiere sobre todo un cambio de mentalidad que lleve a adoptar un estilo de vida diverso, caracterizado por la sobriedad y la autodisciplina. Se ha de favorecer que el turista sea consciente y reflexione sobre sus responsabilidades y sobre el impacto de su viaje. Debe poder alcanzar la convicción de que no todo está permitido, aunque personalmente pueda asumir el coste económico. Hay que educar y favorecer los pequeños gestos que nos permitan no desperdiciar ni contaminar el agua y que al mismo tiempo nos ayuden a valorar aún más su importancia.

Hacemos nuestro el deseo del Santo Padre de “que todos asumiéramos el grave compromiso de respetar y custodiar la creación, de estar atentos a cada persona, de contrarrestar la cultura del desperdicio y del descarte, para promover una cultura de la solidaridad y del encuentro”.

Con san Francisco, el “poverello” de Asís, elevamos nuestra alabanza a Dios, bendiciéndole por sus criaturas: “Loado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta”.


Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes con ocasión de la Jornada Mundial del Turismo 2013
11 de julio de 2013

El agua y la vida

Cuando era estudiante de maestría en El Paso, Texas, alcanzaba a ver desde la biblioteca de la universidad, el Río Bravo que divide México de Estados Unidos, y más allá del lado mexicano, en Ciudad Juárez, unos asentamientos irregulares que carecían de todos los servicios. Uno de esos días, una nota periodística me permitió ver con más detalle el drama que mis ojos solo intuían. En la frontera hace mucho calor en verano, y mucho polvo; algunos bebés habían muerto por deshidratación, producida por diarreas, ocasionadas a su vez por falta de agua potable. Eso es lo que significa que el agua es vida, o muerte.

De acuerdo a los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas, 11 % de la población mundial aún carece de acceso a una fuente de agua segura para beber, equivalente a 783 millones de personas. En México, la cobertura de agua potable era del 91.6 % a finales de 2011, lo que significa que 9.5 millones de mexicanos no tenían entonces acceso a agua potable. Los índices de mortalidad de bebés y niños menores de 5 años, están asociados a la disponibilidad de agua potable de calidad, por lo que los avances en este ámbito tienen impacto en millones de personas.

El agua es un asunto demasiado importante, es literalmente vital, no solo para hombres y mujeres, sino para todo ser vivo, para el medio ambiente, y sin embargo, no le damos la importancia que requiere conservarla en cantidad suficiente y además limpia. Por alguna extraña razón, los gobiernos de los países invierten primero en otras obras de infraestructura que no son vitales, antes de trabajar en lo vital, que es proveer de agua potable.

Quizá pensamos que el agua nunca se va a terminar porque nuestra noción del ciclo hidrológico es un tanto mágica, donde el agua circula todo el tiempo entre la tierra, los seres vivos y la atmósfera, y nos parece inagotable. Y sin embargo, todos hemos visto desaparecer ríos, y hemos visto caudales contaminados con tantas sustancias que prácticamente dejamos de considerarlos ríos y lagos; y los convertimos en canales, drenajes, pantanos; o simplemente ríos, lagunas, y playas contaminadas. La contaminación y el desperdicio del agua es parte de esa cultura del descarte a la que se refirió el Papa Francisco la semana pasada. El agua se renueva, pero nosotros estamos contaminándola y convirtiéndola en fuente de enfermedades y muerte, en lugar de que sea solo fuente de vida.

El 70 % de la superficie del planeta está cubierta por agua, y quizá por eso pensamos que hay agua suficiente, sin embargo, menos del 3 % de esa cantidad es agua dulce, y la mayoría de ella está en los polos congelada. Por lo que a pesar de que la tecnología existe ya para quitar sal al agua de mar y aprovecharla como recurso, el costo asociado hace impensable utilizarla para abatir el rezago en las áreas más pobres que es donde se necesita.

“El agua es vida” solía decir mi padre, mientras observaba como las plantas se mostraban más alegres y lozanas después de una buena lluvia. Era un asomo del ciclo que mantiene vivos a plantas, animales y por supuesto a los seres humanos en este planeta.

Para las personas del campo hacer la asociación entre agua y vida es muy fácil, lamentablemente en las ciudades, entre otras cosas, perdemos el contacto con la naturaleza, y también la perspectiva entre la importancia que el agua tiene para producir alimentos y mantener en equilibrio los ecosistemas, y esto finalmente nos lleva a infravalorar el agua, a no cuidarla y ensuciarla.

En una encuesta sobre cultura del agua, se encontró que la mayoría de las personas que viven en la Ciudad de México son incapaces de asociar el agua con los ríos, los bosques, las montañas, en fin la naturaleza, y solo la asocian con la llave y el drenaje. También, en esa ciudad, sus habitantes asocian río Churubusco, río Mixcoac, río La Piedad, con vialidades y circuitos, no con los ríos que alguna vez existieron en ese lugar.

¿Por qué nuestro planeta se llama Tierra y no Agua? Quizá porque el nombre lo recibió mucho antes de que pudiéramos observar desde el espacio la cantidad de tierra y agua que lo cubre. Los científicos que exploran el espacio y sus incontables estrellas y planetas, buscan planetas donde las condiciones de los mismos permitan que exista agua en forma líquida, definiéndolos como espacios habitables. Esta asociación directa entre la posibilidad de vida y el agua, resalta la importancia que tiene el agua como elemento natural para el funcionamiento de ecosistemas.

En la perspectiva cristiana, ojalá que no seamos motivo del lamento de Dios Padre en Jeremías 2,13 “me han abandonado a mí, fuente de aguas vivas, y han cavado para sí cisternas, cisternas agrietadas que no retienen el agua.” Y qué por el contrario acojamos la invitación del Dios Hijo en Juan 7, 38 “El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva.” Y qué esos ríos, nos motiven entre otras cosas a conservar el agua, en cantidad y calidad, y hacerla disponible para todos, como buenos custodios de la creación.


Óscar Ibáñez

Artículo tomado de encuentra.com