Textos extraídos del Mensaje de Juan Pablo II a la FAO, en la Jornada Mundial de la Alimentación 2002.
- El tema elegido este año: "Agua, fuente de seguridad alimentaria", es una invitación a reflexionar en la importancia del agua, sin la cual las personas y las comunidades no pueden vivir. Como factor indispensable de la actividad humana, el agua es un elemento básico de la seguridad alimentaria. Además, no podemos olvidar que el agua, símbolo usado en los ritos comunitarios de muchas religiones y culturas, significa pertenencia y purificación. En el cristianismo, el agua se usa como signo de un proceso de transformación y conversión interior. De su valor simbólico brota la invitación a ser plenamente conscientes de la importancia de este bien tan valioso y, en consecuencia, a revisar los modelos actuales de comportamiento, para garantizar, ahora y en el futuro, que todos los pueblos tengan acceso al agua indispensable para sus necesidades, y que las actividades productivas, en particular la agricultura, puedan gozar de cantidades adecuadas de este recurso inestimable. La creciente conciencia de que el agua es un recurso limitado, pero absolutamente esencial para la seguridad alimentaria, hoy está llevando a muchos a cambiar de actitud, un cambio que se ha de fomentar por el bien de las generaciones futuras.
- Las conclusiones de los recientes encuentros internacionales han demostrado que la lucha contra el hambre y la desnutrición, y más generalmente la lucha contra la pobreza y en defensa de los ecosistemas de la tierra, se ha de librar en situaciones muy diferentes y en medio de intereses opuestos. El primer paso en este esfuerzo consiste en alcanzar un equilibrio sostenible entre el consumo y los recursos disponibles.Todos somos conscientes de que este objetivo no puede alcanzarse sin prestar atención a los principios fundamentales del orden ético y moral, principios arraigados en el corazón y en la conciencia de todo ser humano. De hecho, el orden de la creación y su delicada armonía corren el peligro de quedar irremediablemente alterados. La sabiduría bíblica nos recuerda que no debemos abandonar el "manantial de aguas vivas para hacer cisternas, cisternas agrietadas" (Jr 2, 13).Podemos ver aquí una advertencia con respecto a nuestra situación actual. En otras palabras, se nos recuerda que las soluciones técnicas, independientemente de su grado de desarrollo, no son útiles si no tienen en cuenta el carácter central de la persona humana, que, en sus dimensiones espiritual y material, es la medida de todos los derechos y, por tanto, debe ser el criterio guía de los programas y de las políticas.
- Sólo si el acceso al agua se considera un derecho de las personas y de los pueblos se garantizarán, de forma legítima y respetuosa, niveles adecuados de desarrollo en todas las áreas geográficas. Para que suceda esto, la política internacional debe prestar nuevamente atención al inestimable valor de los recursos hídricos, que a menudo no son renovables y no pueden ser patrimonio exclusivo de unos pocos, puesto que son un bien común de toda la humanidad. Por su misma naturaleza, "deben llegar a todos en forma equitativa bajo la guía de la justicia y el acompañamiento de la caridad" (Gaudium et spes, 69).
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