La escasez de los recursos necesarios para sostener la vida de los seres humanos es un gran problema al que deben enfrentarse los gobiernos nacionales y las instituciones políticas y económicas mundiales. No olvidemos que el agua es, como recuerda Naciones Unidas, el principal recurso en la producción de alimentos. Y que su escasez, sumada a la mala gestión, es el detonante de las crisis alimentarias y de las hambrunas que han azotado recientemente el cuerno de África.
El pasado domingo, durante el rezo del Ángelus, el Papa se refería a esta cuestión y recordaba un principio fundamental en la Doctrina Social de la Iglesia: todos los hombres, sin excepciones, tienen derecho a un uso equitativo y justo de los bienes de la tierra. Lo que exige que el agua, un bien del que depende la vida buena de la población mundial, llegue a todos en condiciones de higiene y salubridad. La cuestión ecológica amenaza los recursos hidrológicos, pero también la corrupción y el uso fraudulento del agua comprometen el derecho a la vida y a la nutrición de millones de seres humanos. Ésta es una cuestión de responsabilidad y de justicia que debe primar en las políticas nacionales, y en la acción de las industrias y organismos económicos que operan a escala mundial. De ello depende, en muy poco tiempo, la vida de casi 2.000 millones de seres humanos.
Línea COPE (22-3-2012) http://www.cope.es/