martes, 24 de junio de 2014

La desertificación distingue entre ricos y pobres

"El alimento de uno de cada tres habitantes del planeta peligra por la desertificación del suelo. El 40% de las tierras es árido, entre un 15% y un 25% más que en 1990, según los datos de la FAO, que alerta sobre el aumento de este fenómeno que no puede desvincularse de la subida de las temperaturas que ya está provocando el cambio climático. Estos terrenos se concentran en países en vías de desarrollo o pobres.
Según la ONU, España es el país más árido de Europa. Un tercio de su superficie sufre una tasa muy elevada de desertificación y un 6% ya se ha degradado de forma irreversible. Las zonas más afectadas por este fenómeno son la vertiente mediterránea y las Islas Canarias.

La sobreexplotación de los recursos hídricos, la tala indiscriminada de bosques, la agricultura intensiva y el sobrepastoreo, los incendios, y la ocupación del suelo para el negocio inmobiliario resultan en gran parte responsables de esta situación.

A los problemas causantes de este fenómeno y de la sequía se suman los efectos que el cambio climático está provocando a nivel global. El aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones son sólo dos de los múltiples efectos producidos por el incremento de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Las previsiones para la Península Ibérica son que los periodos de sequía serán más frecuentes y más intensos que los actuales.

“La desertificación es fundamentalmente un problema de desvinculación entre los recursos naturales y el sistema socioeconómico que los explota, o sea, es ante todo un problema de desarrollo sostenible”, advierten desde Greenpeace.

La organización reclama tomar medidas urgentes que impidan seguir perdiendo, cada año, millones de toneladas de suelo arrastrados por el agua y el viento junto con las especies que ahí se albergan como consecuencia del avance de los procesos de desertificación:

-Cambiar la política hidráulica tradicional centrada en la ejecución de grandes obras, que ha demostrado su ineficacia, hacia una gestión más hidrológica y ambientalista ya que el agua es un bien escaso y limitado, por lo que la solución a la escasez está en una gestión racional y de fomento del ahorro.

-Reducir la emisión de gases de efecto invernadero, con una fuerte apuesta para el ahorro energético y la gestión de la demanda de energía y la sustitución de las centrales térmicas y nucleares por renovables. Además pide un Plan Nacional de Asignación para 2008-2012 riguroso con el Protocolo de Kioto.

-Tomar en cuenta parámetros medioambientales en la política energética. Actualmente está centrada en producir electricidad sin tener en cuenta los efectos del cambio climático y la escasez de los recursos hídricos.

-Proporcionar una política forestal acorde con las necesidades del país más árido de Europa, con medidas de reforestación y de control del suelo urbanizable, lucha contra incendios y talas indiscriminadas, que se protejan los bosques primarios promoviendo el uso de madera certificada FSC.

-Primar la agricultura ecológica y el uso de variedades locales adaptadas al clima en detrimento de los monocultivos intensivos y de las variedades transgénicas, altamente demandantes en agua, productos químicos y petróleo.

-Poner freno a la edificación asociada a la construcción de campos de golf, sobre todo salvaguardando las costas".


Un artículo de Daniela Coello

martes, 27 de mayo de 2014

En el viaje del papa Francisco a Tierra Santa

En su viaje a Tierra Santa, el papa Francisco afirma que habló bastante con Bartolomé I sobre la ecología, "de hacer juntos un trabajo sobre este problema".

miércoles, 21 de mayo de 2014

La realidad que nos rodea (Papa Francisco)

Esta mañana en la audiencia general, el papa Francisco nos ha regalado unas preciosas y certeras palabras sobre el don de la ciencia y el cuidado de la Creación. Aquí os las dejamos.

Queridos hermanos y hermanas, buenos días
Hoy queremos reflexionar sobre otro don del Espíritu Santo, el don de la ciencia. Cuando se habla de ciencia, el pensamiento va inmediatamente a la capacidad del hombre de conocer cada vez mejor la realidad que le rodea y de descubrir las leyes que regulan la naturaleza y el universo. La ciencia que viene del espíritu Santo, sin embargo, no se limita al conocimiento humano: es un don especial, que nos lleva a captar, a través de la creación, la grandeza y el amor de Dios y su relación profunda con toda criatura.
Cuando nuestros ojos son iluminados por el Espíritu, se abren a la contemplación de Dios, en la belleza de la naturaleza y de la grandiosidad del cosmos, y nos llevan a descubrir cómo cada cosa nos habla de Él, todo nos habla de su amor. ¡Todo esto suscita en nosotros un gran asombro y un profundo sentido de gratitud! Es la sensación que sentimos también cuando admiramos una obra de arte o cualquier maravilla que sea fruto del ingenio y de la creatividad del hombre: frente a todo esto, el Espíritu nos lleva a alabar al Señor desde lo profundo de nuestro corazón y a reconocer, en todo lo que tenemos y somos, un don inestimable de Dios y un signo de su infinito amor por nosotros.
En el primer capítulo del Génesis, precisamente al comienzo de toda la Biblia, se pone de relieve que Dios se complace en su creación, subrayando repetidamente la belleza y la bondad de cada cosa. Al término de cada jornada, está escrito: “Y Dios vio que todo era bueno” (1,12.18.21.25). Pero si Dios ve que la creación es algo bello, algo bueno, también nosotros debemos tener esta actitud de ver la creación como bella y buena, y con el don de la ciencia, por esta belleza alabamos a Dios, damos gracias a Dios por habernos dado tanta belleza a nosotros, y este es el camino. Y cuando Dios acabó de crear al hombre, no dijo que era algo “bueno”, dijo que era “muy bueno” (v. 31). Se acerca a él, y a los ojos de Dios nosotros somos la cosa más buena, más bella y más grande de la creación. Pero padre, los ángeles… ¡No! Los ángeles están por debajo de nosotros, nosotros somos más que los ángeles. Lo hemos escuchado en el libro de los salmos. Nos quiere mucho el Señor, ¿eh? Tenemos que darle gracias por esto. El don de la ciencia nos pone en profunda sintonía con el Creador, y nos hace participar en la limpieza de su mirada y de su juicio. En esta perspectiva logramos captar en el hombre y en la mujer el culmen de la creación, como realización de un designio de amor que está impreso en cada uno de nosotros y que nos hace reconocernos como hermanos y hermanas. Lo que surge entonces es un cuadro caracterizado por una profunda armonía, donde todo remite al Creador y donde el Espíritu nos hace percibir en cada persona y en cada cosa la impronta de la grandeza y de la bondad de Dios.
Todo esto es motivo de serenidad y de paz y hace del cristiano un testigo gozoso de Dios, en la estela de san Francisco de Asís y de tantos santos que han sabido alabar y cantar su amor a través de la contemplación de la creación. Al mismo tiempo, sin embargo, el don de la ciencia nos ayuda a no caer en algunas actitudes excesivas o equivocadas. El primero lo constituye el riesgo de considerarnos amos de la creación. La creación no es una propiedad de la que podemos adueñarnos a nuestro gusto; ni, mucho menos, es una propiedad solo de algunos: la creación es un regalo, es un regalo maravilloso que Dios nos ha dado, para que lo cuidemos y lo utilicemos en beneficio de todos, siempre con gran respeto y gratitud. La segunda actitud negativa está representada por la tentación de crearnos en las criaturas, como si estas pudieran ofrecer la respuesta a todas nuestras expectativas. Y el Espíritu Santo, con el don de la ciencia, nos ayuda a no caer en esto. Pero yo quisiera volver sobre el primer camino equivocado. Custodiar la creación, no adueñarse de la creación. Debemos custodiar la creación, es un don que el Señor nos ha dado, para nosotros, es el regalo de Dios a nosotros, nosotros somos custodios de la creación. Pero cuando nosotros explotamos la creación, destruimos el signo del amor de Dios. Destruir la creación es decir a Dios: no me gusta, esto no es bueno, ¿y qué te gusta a ti? Me gusto yo mismo. Eso es el pecado, ¿habéis visto? La custodia de la creación es precisamente la custodia del amor de Dios, y también es decir a Dios gracias, yo soy el amo de la creación, pero para llevarlo adelante, yo no destruiré nunca tu regalo. Y esta debe ser nuestra actitud ante la creación, custodiarla, porque si destruimos la creación, la creación nos destruirá. No lo olvidéis.
Una vez estaba en el campo y escuché un dicho de una persona sencilla, a la que gustaban mucho las flores, él custodiaba estas flores y me decía: debemos custodiar estas cosas bellas que Dios nos ha dado. La creación es para nosotros, para que nosotros la aprovechemos bien, no la explotemos, la custodiemos. Porque usted sabe, padre – me dijo – Dios perdona siempre, sí, esto es verdad, Dios perdona siempre; nosotros, las personas humanas, hombres y mujeres perdonamos algunas veces, sí, algunas no perdonamos. Pero la creación, padre, no perdona nunca, y si tu no lo custodias, él te destruirá. Esto debe hacernos pensar y pedir al Espíritu Santo el don de la ciencia para comprender bien que la creación es el regalo más bello de Dios, que Él dijo: esto es bueno, esto es bueno, esto es bueno, esto es mi regalo, pero la cosa más buena que he creado es la persona humana. Gracias.

Fuente: Radio Vaticano

jueves, 20 de marzo de 2014

Hermana Madre Tierra


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Jornadas sobre Ecología y Cristianismo

Una interesantísima iniciativa de la Hermandad de la Resurrección de Orihuela (Alicante)


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domingo, 16 de marzo de 2014

Vídeo sobre restauración ecológica

Aunque para algunos lectores pueda resultar un poco técnico, dejo este vídeo del profesor Luis Balaguer (Universidad Complutense de Madrid) sobre restauración ecológica, que tiene ideas muy interesantes.



PRÁCTICAS ARTÍSTICAS, ECOLÓGICAS Y COLABORATIVAS EN ESPACIOS MARGINALES: El jardín de los inmortales from CA2M on Vimeo.

Nota (20-3-2014): Me comunican la lamentable noticia del fallecimiento del profesor Luis Balaguer. Sirva este vídeo como sencillo homenaje a este excelente profesor e investigador.

sábado, 8 de marzo de 2014

La dimensión ambiental de Evangelii Gaudium

Como no podía ser de otra forma, el Papa Francisco, en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, dedica algunas líneas a los problemas medioambientales que afectan a nuestro mundo. Es en el punto 215 donde dice:

"Hay otros seres frágiles e indefensos, que muchas veces quedan a merced de los intereses económicos o de un uso indiscriminado. Me refiero al conjunto de la creación. Los seres humanos no somos meros beneficiarios, sino custodios de las demás criaturas. Por nuestra realidad corpórea, Dios nos ha unido tan estrechamente al mundo que nos rodea, que la desertificación del suelo es como una enfermedad para cada uno, y podemos lamentar la extinción de una especie como si fuera una mutilación. No dejemos que a nuestro paso queden signos de destrucción y de muerte que afecten nuestra vida y la de las futuras generaciones. En este sentido, hago propio el bello y profético lamento que hace varios años expresaron los Obispos de Filipinas: « Una increíble variedad de insectos vivían en el bosque y estaban
ocupados con todo tipo de tareas […] Los pájaros volaban por el aire, sus plumas brillantes y sus diferentes cantos añadían color y melodía al verde de los bosques [...] Dios quiso esta tierra para nosotros, sus criaturas especiales, pero no para que pudiéramos destruirla y convertirla en un páramo [...] Después de una sola noche de lluvia, mira hacia los ríos de marrón chocolate de tu localidad, y recuerda que se llevan la sangre viva de la tierra hacia el mar [...] ¿Cómo van a poder nadar los peces en alcantarillas como el río Pasig y tantos otros ríos que hemos contaminado? ¿Quién ha convertido el maravilloso mundo marino en cementerios subacuáticos despojados de vida y de color? »".