Fuente: El Mundo
miércoles, 20 de mayo de 2009
jueves, 7 de mayo de 2009
Materiales sobre cristianismo y ecología
A partir de ahora está disponible, en la parte derecha de este blog, una carpeta en la que se irán incluyendo materiales diversos sobre ecología y cristianismo. Inicialmente se ha dejado el compendio de doctrina social de la Iglesia, y un artículo sobre gestión de recursos naturales.
El medio ambiente, un bien colectivo
Carta de Mons. Lluís Martínez Sistach, Arzobispo de Barcelona
febrero de 2007
Científicos de todo el mundo se han reunido estos días en París y han dado a conocer sus conclusiones. Parece que una de sus afirmaciones fundamentales es que el calentamiento del planeta no es obra de la naturaleza, sino que es responsabilidad del hombre, a causa del llamado “efecto invernadero”. Sin ánimo de entrar en cuestiones científicas, creo que es oportuno recordar el pensamiento de la Iglesia sobre la ecología y sobre el medio ambiente.
Esta doctrina ha adquirido una fuerte relevancia en los últimos años, tanto en los ambientes cristianos como en el de otras religiones. Hasta tal punto que ya se ha creado un importante cuerpo de doctrina, contando con una colaboración con frecuencia de carácter ecuménico.
Creo que en el centro de esta doctrina está el concepto de la responsabilidad del hombre ante la creación, lo que quedaría confirmado por una de las conclusiones del os científicos reunidos en París. Una correcta “conciencia ecológica” ha de tener en cuenta la “dimensión ética”, que ha de caracterizar siempre el desarrollo de los pueblos.
Según la Biblia, Dios puso la creación entera al servicio del hombre y bajo su dominio, hecho expresado en el lenguaje del Génesis porque Adán da nombre a todas las cosas. Es cierto que el Señor confió al hombre el dominio sobre la tierra. Pero no le otorgó una potestad absoluta, sino condicionada. El hombre, al usar los bienes naturales, esta sometido a unas leyes no solamente biológicas, sino también morales.
Como expresión de este pensamiento, es significativo que el “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”, dedique todo el capítulo décimo a la “protección del medio ambiente”. Tomando como punto de partida la doctrina bíblica, analiza las relaciones del hombre con el medio ambiente para subrayar que se trata de una responsabilidad común. “la tutela del medio ambiente –dice- constituye un reto para toda la humanidad: se trata del deber, común y universal, de respetar un bien colectivo, destinado a todos”. Es una responsabilidad del momento presente, pero también de una responsabilidad ante las generaciones futuras.
El principio de la destinación universal de los bienes, aplicado al medio ambiente, ofrece una orientación fundamental, para deshacer el nudo complejo y dramático que une crisis ambiental y pobreza. Porque la crisis ambiental actual, señala el Compendio que he citado, golpea particularmente a los más pobres, “ya sea porque viven en tierras que están sujetas a la erosión y a la desertización, o implicados en conflictos armados, u obligados a migraciones forzosas, o bien porque no disponen de medios económicos y tecnológicos para protegerse de las calamidades”.
Por último, deseo subrayar que la protección del medio ambiente ha de encontrar una traducción adecuada en el ámbito jurídico y que en ello tienen una especial responsabilidad los gestores del bien común, aunque no sólo ellos. El tema tiene tanta relevancia como para exigir un esfuerzo por parte todos. Todos hemos de preguntarnos y revisar nuestro estilo de vida para ver si responde al uso razonable, pero también al respeto, de las cosas creadas. No sea que suceda que “el consumismo nos consuma”.
febrero de 2007
Científicos de todo el mundo se han reunido estos días en París y han dado a conocer sus conclusiones. Parece que una de sus afirmaciones fundamentales es que el calentamiento del planeta no es obra de la naturaleza, sino que es responsabilidad del hombre, a causa del llamado “efecto invernadero”. Sin ánimo de entrar en cuestiones científicas, creo que es oportuno recordar el pensamiento de la Iglesia sobre la ecología y sobre el medio ambiente.
Esta doctrina ha adquirido una fuerte relevancia en los últimos años, tanto en los ambientes cristianos como en el de otras religiones. Hasta tal punto que ya se ha creado un importante cuerpo de doctrina, contando con una colaboración con frecuencia de carácter ecuménico.
Creo que en el centro de esta doctrina está el concepto de la responsabilidad del hombre ante la creación, lo que quedaría confirmado por una de las conclusiones del os científicos reunidos en París. Una correcta “conciencia ecológica” ha de tener en cuenta la “dimensión ética”, que ha de caracterizar siempre el desarrollo de los pueblos.
Según la Biblia, Dios puso la creación entera al servicio del hombre y bajo su dominio, hecho expresado en el lenguaje del Génesis porque Adán da nombre a todas las cosas. Es cierto que el Señor confió al hombre el dominio sobre la tierra. Pero no le otorgó una potestad absoluta, sino condicionada. El hombre, al usar los bienes naturales, esta sometido a unas leyes no solamente biológicas, sino también morales.
Como expresión de este pensamiento, es significativo que el “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”, dedique todo el capítulo décimo a la “protección del medio ambiente”. Tomando como punto de partida la doctrina bíblica, analiza las relaciones del hombre con el medio ambiente para subrayar que se trata de una responsabilidad común. “la tutela del medio ambiente –dice- constituye un reto para toda la humanidad: se trata del deber, común y universal, de respetar un bien colectivo, destinado a todos”. Es una responsabilidad del momento presente, pero también de una responsabilidad ante las generaciones futuras.
El principio de la destinación universal de los bienes, aplicado al medio ambiente, ofrece una orientación fundamental, para deshacer el nudo complejo y dramático que une crisis ambiental y pobreza. Porque la crisis ambiental actual, señala el Compendio que he citado, golpea particularmente a los más pobres, “ya sea porque viven en tierras que están sujetas a la erosión y a la desertización, o implicados en conflictos armados, u obligados a migraciones forzosas, o bien porque no disponen de medios económicos y tecnológicos para protegerse de las calamidades”.
Por último, deseo subrayar que la protección del medio ambiente ha de encontrar una traducción adecuada en el ámbito jurídico y que en ello tienen una especial responsabilidad los gestores del bien común, aunque no sólo ellos. El tema tiene tanta relevancia como para exigir un esfuerzo por parte todos. Todos hemos de preguntarnos y revisar nuestro estilo de vida para ver si responde al uso razonable, pero también al respeto, de las cosas creadas. No sea que suceda que “el consumismo nos consuma”.
Etiquetas:
Doctrina Social de la Iglesia,
Medio Ambiente
martes, 5 de mayo de 2009
La cuestión ecológica: la vida del hombre en el mundo
Hoy, 5 de mayo, se presenta en Zaragoza el libro titulado "La cuestión ecológica: la vida del hombre en el mundo". La obra ha sido editada por la Nunciatura Apostólica en España, y recoge las actas del Congreso Internacional sobre Ecología, organizado por el Pabellón de la Santa Sede, en la Expo de Zaragoza, con los auspicios del Pontificio Consejo Justicia y Paz.
(Información tomada de "Semilla Evangélica-Diócesis de Teruel y Albarracín")
Comentario de Álvaro Real en cope.es:
"En los últimos decenios, se ha suscitado dentro de la comunidad humana un hondo interés por el cuidado del medio ambiente y por la preservación de los ecosistemas.
La creciente toma de conciencia de la tierra como “casa (oikos) común del hombre y de los demás seres vivos que está amenazada en su condición de hábitat adecuado para la vida –debido al deterioro de la atmósfera, a la contaminación de las aguas, a la ruptura del equilibrio entre las diversas especies animales, a la explotación abusiva de los recursos naturales, a la pérdida progresiva de las masas arbóreas y a las crisis sociales de los hombres (guerras, pobreza, conflictos económicos, injusticias, etc..- ha ido haciendo surgir en el seno de la humanidad la urgencia de desarrollar un discurso racional o ciencias (logos) acerca de aquello que constituye el “hogar” del ser humano y la “morada” de los otros vivientes.
Por eso, a partir de las capacidades intelectuales que nos son propias y requeridos por la necesidad ineludible de “salvar” la naturaleza –con la que estamos íntimamente relacionados-, de un tiempo a esta parte, los hombres estamos procurando la conformación y el despliegue de la ciencia ecológica.
La ecología se muestra, por ello, como una ciencia interdisciplinar que demanda, casi con carácter de principio, la clarificación de cuestiones de gran alcance -¿quién es el hombre?, ¿qué es el mundo?, ¿en qué relación están hombre y su mundo?, ¿existe un contraste esencial entre el hombre y los demás vivientes?-, a la vez que se abre desde ahí a los innumerables problemas medioambientales en el horizonte de la responsabilidad ética del ser humano respecto de la naturaleza y de su propia vida en la Tierra".
(Información tomada de "Semilla Evangélica-Diócesis de Teruel y Albarracín")
Comentario de Álvaro Real en cope.es:
"En los últimos decenios, se ha suscitado dentro de la comunidad humana un hondo interés por el cuidado del medio ambiente y por la preservación de los ecosistemas.
La creciente toma de conciencia de la tierra como “casa (oikos) común del hombre y de los demás seres vivos que está amenazada en su condición de hábitat adecuado para la vida –debido al deterioro de la atmósfera, a la contaminación de las aguas, a la ruptura del equilibrio entre las diversas especies animales, a la explotación abusiva de los recursos naturales, a la pérdida progresiva de las masas arbóreas y a las crisis sociales de los hombres (guerras, pobreza, conflictos económicos, injusticias, etc..- ha ido haciendo surgir en el seno de la humanidad la urgencia de desarrollar un discurso racional o ciencias (logos) acerca de aquello que constituye el “hogar” del ser humano y la “morada” de los otros vivientes.
Por eso, a partir de las capacidades intelectuales que nos son propias y requeridos por la necesidad ineludible de “salvar” la naturaleza –con la que estamos íntimamente relacionados-, de un tiempo a esta parte, los hombres estamos procurando la conformación y el despliegue de la ciencia ecológica.
La ecología se muestra, por ello, como una ciencia interdisciplinar que demanda, casi con carácter de principio, la clarificación de cuestiones de gran alcance -¿quién es el hombre?, ¿qué es el mundo?, ¿en qué relación están hombre y su mundo?, ¿existe un contraste esencial entre el hombre y los demás vivientes?-, a la vez que se abre desde ahí a los innumerables problemas medioambientales en el horizonte de la responsabilidad ética del ser humano respecto de la naturaleza y de su propia vida en la Tierra".
Programa del IV Encuentro de Profesores Universitarios Católicos
Ya está en disponible el programa del IV Encuentro de Profesores Universitarios Católicos, que se celebrará del 24 al 26 de junio en Sevilla, con el lema: “LA UNIVERSIDAD ACTUAL ANTE EL RETO DE LA UNIDAD Y LA FRAGMENTACIÓN DEL SABER”.
“La cuestión del hombre, y por consiguiente de la modernidad,
desafía a la Iglesia a idear medios eficaces para anunciar a la cultura
contemporánea el "realismo" de su fe en la obra salvífica de Cristo.
El cristianismo no debe ser relegado al mundo del mito y la emoción,
sino que debe ser respetado por su deseo de iluminar la verdad
sobre el hombre, de transformar espiritualmente a hombres y
mujeres, permitiéndoles así realizar su vocación en la historia…
La universidad, por su parte, nunca debe perder de vista su
llamada especial a ser una "universitas", en la que las diversas
disciplinas, cada una a su modo, se vean como parte de un unum
más grande. ¡Cuán urgente es la necesidad de redescubrir la unidad
del saber y de hacer frente a la tendencia a fragmentar y a la falta
de comunicación que son, con demasiada frecuencia, la tónica en
nuestras escuelas! El esfuerzo por reconciliar la tendencia a la
especialización con la necesidad de preservar la unidad del
conocimiento puede alentar el desarrollo de la Unión Europea y
ayudar al continente a redescubrir su "vocación" cultural específica
en el mundo de hoy” (Benedicto XVI).
El programa puede consultarse en:
www.conferenciaepiscopal.es/actividades/jornadas/2009/universidades.pdf
“La cuestión del hombre, y por consiguiente de la modernidad,
desafía a la Iglesia a idear medios eficaces para anunciar a la cultura
contemporánea el "realismo" de su fe en la obra salvífica de Cristo.
El cristianismo no debe ser relegado al mundo del mito y la emoción,
sino que debe ser respetado por su deseo de iluminar la verdad
sobre el hombre, de transformar espiritualmente a hombres y
mujeres, permitiéndoles así realizar su vocación en la historia…
La universidad, por su parte, nunca debe perder de vista su
llamada especial a ser una "universitas", en la que las diversas
disciplinas, cada una a su modo, se vean como parte de un unum
más grande. ¡Cuán urgente es la necesidad de redescubrir la unidad
del saber y de hacer frente a la tendencia a fragmentar y a la falta
de comunicación que son, con demasiada frecuencia, la tónica en
nuestras escuelas! El esfuerzo por reconciliar la tendencia a la
especialización con la necesidad de preservar la unidad del
conocimiento puede alentar el desarrollo de la Unión Europea y
ayudar al continente a redescubrir su "vocación" cultural específica
en el mundo de hoy” (Benedicto XVI).
El programa puede consultarse en:
www.conferenciaepiscopal.es/actividades/jornadas/2009/universidades.pdf
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