Benedicto XVI ha pronunciado este domingo, al final del Ángelus, unas palabras de apoyo a la cumbre de la ONU sobre el clima que se celebra en Durban, Sudáfrica, a partir de este lunes 28. Un respaldo que abre un respiro a un encuentro que se produce entre el escepticismo de importantes países y las reticencias de algunas grandes potencias.
“Mañana –dijo el papa- comenzarán en Durban, en Sudáfrica, los trabajos de la Convención de la ONU sobre el cambio climático y del Protocolo de Kioto”.
“Auguro que todos los miembros de la comunidad internacional concuerden una respuesta responsable, creíble y solidaria a este preocupante y complejo fenómeno, teniendo en cuenta las exigencias de las poblaciones más pobres y de las generaciones futuras”, exhortó Benedicto XVI.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Conferencia de las Partes en la Convención, 17 período de sesiones, y reuniones de los órganos subsidiarios [resolución 62/86 de la Asamblea General], tiene lugar del 28 de noviembre al 9 de diciembre en Durban.
Nadie duda ya de los efectos perniciosos del cambio climático en numerosos sectores de la actividad humana y especialmente de sus consecuencias en los pueblos más desprotegidos y en el futuro del planeta.
Y en cambio los medios de opinión coinciden en señalar que existe una corriente de escepticismo sobre la eficacia de las conferencias del clima de la ONU, escepticismo al que no escapa la de Durban, aunque esté prevista la asistencia de 194 países.
En las pasadas cumbres de Copenhague y Cancún, se acordaron medidas para lograr que el incremento de temperaturas del planeta no supere los dos grados centígrados. Pero los planes anunciados por los países para combatir el efecto invernadero no evitarían una subida de temperaturas de entre 3 y 3,5 grados. Por tanto, objetivo no cumplido.
En la cumbre de Durban, está en juego la vigencia del protocolo de Kioto, el único pacto internacional contra el calentamiento, aunque sólo implica a 38 países industrializados. Su vigencia expira a finales del año próximo y aumenta el número de deserciones entre los países más desarrollados por la falta de implicación de las potencias emergentes. Japón, Canadá y Rusia han decidido salirse del pacto de Kioto en el nuevo periodo de cumplimiento (2012-2020).
Estados Unidos, que nunca lo ratificó, se opone con fuerza a un posible nuevo pacto mundial. China, que no tiene compromisos con Kioto, sólo promete limitar el ritmo de crecimiento de sus emisiones, pero con planes nacionales voluntarios y sin control internacional.
A pesar de todo, gracias a Kioto existen algunas decisiones beneficiosas como el comercio de derechos de emisión entre industrias, las nuevas políticas de ahorro energético, o el empujón tecnológico mundial de las energías renovables en los últimos quince 15 años.
La Unión Europea defiende Kioto, aunque su apoyo es insuficiente, pues aporta sólo el 11% de las emisiones contaminantes, mientras que China y Estados Unidos suman el 42%. China es el primer país emisor de gases del mundo e India, el tercero.
Las palabras de Benedicto XVI apuntan a la protección de los más afectados por las emisiones que crean el efecto invernadero: “las poblaciones más pobres y las generaciones futuras”.
(Fuente: Zenit.org, enlace)
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