El Papa Francisco ha dedicado buena parte de su homilia en la misa de iniciación de su pontificado al Medio Ambiente y al cuidado de la Naturaleza:
"Pero la vocación de custodiar no solo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es sencillamente humana, y concierne a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el Libro del Génesis y como nos muestra San Francisco de Asís: es respetar a todas las criaturas de Dios y el entorno en el que vivimos. Es velar por la gente, preocuparse por todos, por cada persona, con amor, especialmente por los niños, por los ancianos, por quienes son más frágiles y a menudo permanecen en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en el seno de la familia: los cónyuges velan recíprocamente uno por otro, y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en custodios de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que consisten en velar recíprocamente en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. ¡Sed custodios de los dones de Dios!
Y cuando el hombre desatiende esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción, y el corazón se agosta. Por desgracia, en todas las épocas de la historia existen «Herodes» que traman designios de muerte, que destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer.
Quisiera pedir, por favor, a todos cuantos ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza; custodios del otro, del medio ambiente; ¡no dejemos que signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro! ¡Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos! ¡Recordemos que el odio, la envidia y la soberbia ensucian la vida! Custodiar significa, pues, vigilar nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque precisamente de ahí salen las intenciones buenas y malas: ¡las que construyen y las que destruyen! ¡No debemos tener miedo de la bondad, más aún: ni siquiera de la ternura!" (Papa Francisco, 19-III-2013)
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